martes, 16 de septiembre de 2008

XVII TROFEO CIUDAD DE GUADALAJARA

Hay días en donde lo que empieza como auténtica pesadilla termina confirmándose.

Salimos de Rivas poco después de las 8, los cinco fantásticos rumbo a la tirada de Guadalajara. A saber: Raul, Raulillo, Justo, Alvaro y el menda que escribe estas líneas.


Llegamos sin mayores problemas que el GPS del coche de Justo que, además de desfasado, se le cruzaron los cables y no nos indicó que ya habíamos llegado a nuestro destino.

Inmediatamente montamos y empezamos a reglar los visores… y llegaron los problemas.


Me he pasado la semana pasada liado cambiando las plumas, el botón, el fistmel, el knock point y la cuerda tanto en el material como en el número de hilos.

Lo cual, es posiblemente la peor manera de presentarse ante una competición. Pero eso no era suficiente.

Llevaba un mes intentando mejorar la técnica del brazo de arco y lo único que he conseguido es perder más de 50 puntos de agrupación a 50 metros. Y tengo que dar gracias a que Raulillo, con solo echarme un vistazo, me dijo de forma contundente que lo estaba haciendo fatal.

Pero espera, todavía faltaba lo mejor…


Me planto delante del lejísimo peto a 70 metros y le pido a Justo que me mire a ver por donde ando. La primera flecha suena dentro del peto y me dice que estoy alto. Corrijo el visor y las dos siguientes flechas se salen del peto. La cuarta flecha suena en el peto y me dicen que estoy muy bajo, y ala vuelvo a ajustar el visor. El “truco” es que se estaba liando con otras flechas del peto y estaba enviando las flechas por arriba del peto y muy a la derecha (recordar que llevo la dureza del botón ajustada por intenciones).


Cuando voy al peto me encuentro con una flecha rota y otra sin una pluma. Teniendo en cuenta que llevo 8 flechas emplumadas, me veo en la primera tirada de ajuste con el número justo de flechas y con la sensación de que tengo que irme a mi casa.

Obviamente el mosqueo se me nota una barbaridad y los compañeros del equipo hacen todo lo que pueden por levantarme el ánimo.

Entro a la segunda entrada de ajuste del visor y me cuelo de turno para poder ajustar en los dos. Raúl, que estaba a mi lado con su telescopio, me indicaba como iban las flechas. Pero también se equivoca con unas flechas con mi mismo color de culatín y plumas y me dijo que estaba bajas y, ala, otra vez por arriba. Por lo menos ajusté la deriva y el botón a pura y dura causalidad. Y, por supuesto, le arranque dos plumas a una flecha y me quede con cinco flechas válidas para la competición.

De prisa y corriendo le pegue una pluma a la menos dañada de las flechas y, sorpresa, en las últimas tres flechas de ajuste entraron todas en el peto. Cada una en una esquina, pero dentro del peto.


Y así iniciamos la competición y así comprendí en cada una de las flechas de las 36 flechas que tiré, lo absurdo que es ir a competir con un arco desajustado. Pero no creáis que sea por los pocos puntos que se pierden, si no por la pérdida en autoconfianza que te imposibilita mantener el control sobre tu cuerpo y por ende de tu técnica de tiro.

Pero la taza de hiel se ha de tomar hasta el final y en la primera ronda a 30 metros de clasificatoria, que solo requería 24 puntos con tres flechas, me encuentro con un nulo en el tercer disparo. Un nulo a 30! Con el palo en competición NUNCA hice un nulo. Y con el pollo asesino me paso lo mismo que hacía un año en esta misma competición y por la misma razón. Llevar el arco desajustado, pero dentro de la lógica porque entonces llevaba solo dos o tres días con el nuevo arco.

Y allí se acabo el sufrimiento y empezó el disfrute con las tremendas actuaciones de mis compañeros de equipo.

Raulillo y Justo empataron a puntos obteniendo el tercero y cuarto lugar, seguidos de Alvaro en quinto. Raul y yo llegamos a la octava y novena posición respectivamente.

Pero lo mejor estaba por llegar.


Fueron pasando las rondas de calificación y Alvaro, Justo, Raúl y Raulillo pasaban ronda tras ronda. Todos fueron cayendo en las últimas tiradas a excepto de Raúl que aguantó como un jabato. Hasta la ronda final en donde, por un pequeño error del Juez al no avisar que no se podían retirar las flechas, llegaron a una final de dos a dos en donde el mejor control de la tensión de Raul le llevo a no cometer errores y ganar la competición con un 10.


Conclusión: La próxima vez es mejor ir con el arco reglado. Y, aún más importante, me he dado cuenta de cuánto echaba de menos la competición y lo que me gusta tirar al arco.

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