lunes, 21 de abril de 2008

Motivación

Como aficionado a los deportes del motor, de vez en cuando me encuentro perlas que vienen como anillo al dedo a la práctica del tiro con arco. Una de ellas trataba sobre el triangulo de fuerzas de todo competidor y que se define con tres puntas en donde hallaríamos la capacidad física, el entrenamiento y el equilibrio emocional. E incluso se hablaba de convertirlo en una figura de cuatro lados para incluir el material, ya que en los deportes de motor influye mucho más que la destreza del piloto.

En arco es lo mismo, exceptuando que la importancia del material de tiro es mucho menor (“el arco no hace al arquero”), y mi triangulo personal estaba bastante equilibrado ya que mi capacidad física y entrenamiento son muy pobres pero mi equilibrio personal y motivación si que eran altos.

Pero, como dice Rubén Blades, la vida te da sorpresas y en dos semanas veo que tanto a nivel personal como laboral llegan tiempos de vacas flacas y me es absolutamente imposible mantener la concentración y las ganas de tirar. No es que no tenga ganas de tirar, que las tengo y muchas, si no que he bajado la prioridad de mi afición y he tenido que poner cosas más “mundanas” o importantes por delante de la competición.

Pero, como dice el refrán, no hay mal que dure “cien años ni tonto que lo aguante”, y ya se ve el final de la tormenta y espero salir de ella con las mismas ganas de entrenar y competir con las que he entrado en el bache.